El pasado día 21 volamos mi chico
y yo hacia Londres para ver a mi hermana pequeña que llevaba viviendo allí desde
hace unos pocos meses. Yo me moría de ganas de verla ya que siempre hemos
estado muy unidas y se me hacía bastante duro no tenerla cerca de mí. El primer
día no pudimos hacer mucho ya que ella pronto tenía que entrar a trabajar, pero
aun así visitamos Soho, un barrio de ambiente (como Chueca en Madrid) el cual
me encanto y el barrio chino de Londres que estaba muy decorado con pequeños
farolillos y una gran puerta que te daba la bienvenida al barrio. Pero este día
pronto nos fuimos a dormir, ya que el miércoles 22 mi hermana libraba e iríamos
a visitar todo Londres.
El miércoles 22, cuando nos levantamos,
llovía a mares (que raro en Londres) pero eso no nos iba a frenar, cogimos
nuestros chubasqueros y salimos a andar por la ciudad, pero para llegar al
centro teníamos que utilizar el metro.

El primer sitio al que fuimos fue
el Tower Bridge, uno de los puentes más representativos de Londres, pero como
he dicho antes, llovía a mares y solo teníamos un día para ver toda la ciudad,
por lo tanto una fotito rapidita y seguimos andando.
Cruzamos el puente y fuimos
bordeando el rio Thamesis viendo todos los edificios y todos los barcos que había
por el agua. Podríamos haber ido en metro, pero mi hermana y yo queríamos hacerlo
andando, cosa que ha mi chico no le hizo mucha gracia pero no dijo nada. El
paseo parecía cortito, pero entre fotos rápidas, charcos y personas tardamos
casi 2 horas en llegar hasta nuestro destino, El London Eye y el Big Ben. Por fin,
después de casi 2 horas habíamos llegado a los dos elementos que más
representan la ciudad de Londres y en la hora prevista (sí, mi hermana llevaba
todo calculado para que pudiéramos ver TODO).
Nos hicimos la correspondiente
foto con la noria desde diferentes puntos, menos montados ya que solo subirse
nos costaba por persona unas 40 libras aproximadamente y bueno, desde abajo también
se veían las cosas muy bien.
Por fin estábamos en la Abadía de
Westminster contemplando el gran Big Ben (que no es tan grande como
parece) y mi hermana y yo como locas nos
fuimos corriendo por todo el puente hasta que llegamos al punto donde creíamos que
podríamos sacar una buena foto. Mi pareja de correr nada, es más, se lo tomo
con bastante calma, cuando llego a nuestra altura le pedimos que nos hiciera
una foto y no contesto, no dijo nada, su cara lo decía todo, estábamos calados,
su abrigo no era impermeable, hacia un viento y un frio horrible, había aguantado
bastante pero él ya lo estaba empezando a pasar un poco mal, mi hermana y yo no
dijimos nada, pero las dos pensamos : Se está enfadando un poco, después de
comer venimos a hacernos la foto, no le reclamamos la foto ni nada, simplemente
seguimos andando hasta que nos dimos cuenta que ¡no habíamos comido!
Nos quedamos a los pies del Big
Ben en unos soportales que hay muy cerquita (cruzando el paso de peatones) y
decidimos a dónde íbamos a ir a comer.
Cuando por fin lo decidimos
comenzamos a caminar por el paseo bordeando el Thamesis para ir a uno de los
restaurantes que se encontraban cerca con vistas al rio y el London Eye. Íbamos
riendo y hablando sobre que nos íbamos a pedir cuando escuchamos un pequeño
golpe, como si un coche se hubiera dado un golpe. Efectivamente un coche estaba
en la Abadía de Westminster estampado contra la valla. Escuchamos gritos, pero
la verdad que ni nos imaginábamos lo que acababa de pasar al lado nuestro. A nosotros
no nos gusta acercarnos a cotillear que ha pasado por lo tanto seguimos andando
hasta el restaurante, pero a medida que avanzábamos aparecía mas policía, las
sirenas sonaban por todos lados, dos helicópteros, vamos, una locura.
Como veíamos que se estaba
armando mucho follón y había mucha policía decidimos cogernos finalmente un
bocadillo y continuar hasta el metro para alejarnos lo más posible.
Una vez estábamos en el metro, le
pedí a mi hermana que mirara en internet algún diario londinense para ver si
nos enterábamos de que había pasado, pero en ninguno ponía nada. Nos dirigíamos
hacia Camden Town, un barrio que me encanto, toda la calle llena de pequeños
comercios con estilos diferentes, lleno de puestos de comida, de imágenes que salían
de los edificios, cada persona con un look diferente. Una pasada. La verdad es
que la gente estaba muy tranquila, por lo tanto dejamos de preocuparnos por
todo el despliegue policial que habíamos visto antes.

Pero de repente escribe una amiga
a mi hermana: ¿Estáis bien? Mi hermana la contesto si, muy bien… tras contestar
ese correo comenzaron a lloverla mensajes, a mi pareja también y todos preguntando
lo mismo, ¿estáis bien? Nosotros contestábamos que sí que estábamos bien, pero
que no sabíamos que había pasado y nadie nos decía nada. No sabíamos que había pasado
pero por si acaso escribimos a nuestra madre para decirla que estábamos bien.
Hasta que de pronto en uno de los
muchos mensajes que nos habían escrito apareció la palabra ataque terrorista.
Nos quedamos helados, sin saber que decir, habíamos estado allí, habíamos visto
lo que estaba pasando pero no nos dimos cuenta. Y pensamos: Nos podría haber
pasado a nosotros, estábamos allí, nos íbamos a hacer la foto, si mi pareja no
se hubiese enfadado nos habría pillado de lleno. Estuvimos unos minutos
callados. Pero al poco decidimos alegrarnos porque estábamos bien y continuar
con nuestra visita a la ciudad.
Pues si este día fue raro, el día
siguiente fue peor. Nos escribieron del aeropuerto. Nuestro vuelo estaba
cancelado, al poco tiempo nuestro autobús que nos llevaba desde Londres hasta el
aeropuerto también, cancelado… Yo no me lo podía creer, ya me veía lo que
quedaba de semana allí cuando a la hora nos escribieron de ambos transportes
que se había reestablecido el servicio pero el autobús ahora se cogía en otro
sitio y al aeropuerto había que ir con algo más de tiempo debido a los posibles
controles que nos hicieran.
El trayecto desde nuestra casa
hasta la parada del autobús era algo largo, había que coger varios trenes pero
no nos importaba, las maletas eran pequeñas y apenas ocupaban espacio.
Nada más salir de casa, me sentí un
poco, observada, como que todo el mundo me miraba, pero pensé que serían cosas mías
y que estaba un poco paranoica. En el metro igual, todo el mundo nos miraba y
miraba las maletas. Yo también la miraba porque pensaba que igual llevaba algo
pegado pero no. En un despiste de mi hermana le pregunte a mi chico si no se sentía
como un poco observado y a él le pasaba lo mismo. Jamás me he sentido tan mal,
tan observada, vamos que parecía que éramos nosotros los que habíamos hecho
algo malo. Se respiraba miedo en toda la ciudad, la gente ya no confiaba en
nadie y estaban asustados, como nosotros me imagino. Todo el centro de Londres estaba
cortado y nos consto un poco llegar a la estación pero por fin llegamos al autobús
y tras la dolorosa despedida pusimos rumbo hacia el aeropuerto.
En el aeropuerto nos hicieron
infinidad de controles, ya no solo las maletas sino también a nosotros, las
maletas no solo pasaban por el scaner sino que las abrían todas, yo estaba de
los nervios, no tenía que esconder nada, pero ya la situación en sí y lo vivido
anteriormente me ponía más nerviosa aun. Nos quitamos todos los objetos metálicos
y metieron a todo el mundo, persona por persona en un scaner para ver si llevábamos
algo dentro. La verdad que tardamos un poco pero bueno, corrimos y pudimos
llegar al avión a tiempo.
Una vez en el avión me pare a
pensar en todo lo que habíamos vivido y lo contenta que estaba de que a
nosotros no nos pasara nada. Y bueno finalmente el único sitio en el que no
tenemos fotos es allí en el Big Ben.
CRISTINA DE FRUTOS