domingo, 7 de mayo de 2017

Los Estereotipos


Vivimos en una sociedad en la que estamos expuestos  a unas “normas” desde que nacemos, quizás no son normas en sí mismas pero son estereotipos que consideramos como tal.
Los estereotipos de género son las creencias o pensamientos que las personas tienen acerca de los atributos personales de hombres y mujeres. Es decir, podrían considerarse como las ideas y creencias que la sociedad en general ha construido sobre los comportamientos que deben tener las personas en relación a su sexo y que se trasmiten de generación en generación.

Desde el momento en el que un bebé nace dependiendo de cuál es su sexo (masculino o femenino) se le asocia un color, a las niñas rosa y el niño azul. No solo es eso, sino que según vamos creciendo jugamos con un determinado tipo de juguetes; los propios catálogos de los grandes almacenes se dividen en la sección de niños, en la que encontramos muchísimos juguetes estereotipados como camiones, motos, coches, pelotas, porterías de futbol… y la sección de niñas que cuentan con juguetes como carritos de muñecas, muñecas, cocinitas, carrito de la compra, carrito de  la limpieza, vestido de princesas…
Se asocian las tareas domésticas a las niñas, ¿Por qué no puede un niño adquirir esos juguetes? Lo más normal sería que fuesen juguetes para ambos sexos, ya que hay muchos niños a los que les gustan esos juguetes, pero a veces, son los propios padres los que no quieren que sus hijos jueguen con ese tipo de objetos (que ellos mismos encasillan en que corresponden al otro sexo). A continuación comparamos el catálogo de juguetes, el cual se encuentra perfectamente dividido entre la sección para niños (con fondo azul cómo no) y la sección de niñas (obviamente, de color rosa).


Este ejemplo no es el único estereotipo que podemos encontrar en nuestra sociedad. Actualmente, hay diversidad de frases que se utilizan de manera continuada, aunque en muchas ocasiones, somos conscientes de lo que representan; por ejemplo: Los niños no lloran, las mujeres tienen que llevar tacones, El color rosa es de niñas… Esto también ocurre a la hora de dirigirnos a los niños, las niñas son princesitas, por lo tanto las hablamos como si fueran muñequitas sensibles, mientras que a los niños, les decimos campeón, les motivamos a ser fuerte, a conseguir todo lo que se proponga, por lo que estamos marcando una clara diferencia. 
Estos estereotipos no los encontramos solo en la infancia; día a día los estereotipos nos persiguen, no importa tu edad, nacionalidad o características. Nada más encender la televisión podemos observar anuncios publicitarios en los que las mujeres anuncian productos de limpieza, cosas para el cuidado infantil, o productos de bellezas porque “nuestro deber es estar siempre bellas para atraer a los hombres, cocinarles y cuidarles; en cambio, los hombres aparecen anunciando coches, herramientas, barbacoas, y ejerciendo un alto puesto en  empresas o negocios.
Los estereotipos afectan también a la hora de conseguir un trabajo: se asocia al sexo masculino la fuerza, o se les relaciona con los coches:  por ejemplo un mecánico, mientras que a la mujer se la considera más débil e incapaz de realizar algunos trabajos que se cree que solo deben empeñar los hombres, las mujeres suelen ocupar otras tareas diferentes. Pasa lo mismo a hora de elegir estudios se piensa que es más normal que un hombre haga carreras relacionadas con la ingeniería, las matemáticas o la economía, mientras la mujeres optarán por la enseñanza, la atención a los demás (enfermería, terapia ocupacional…)
 
Como bien hemos mencionado, actualmente vivimos en una sociedad estereotipada. Miremos donde miremos podemos encontrar estereotipos. Hoy en día, estos estereotipos (que tienen un cierto grado de machismo), están determinados como caballerosidad: ellos nos deben abrir la puerta para que pasemos, ellos deben levantarse y cedernos el asiento, invitarnos a cenar, llevarnos a casa. Ellos pueden ser claros e ir solo a tener relaciones sexuales, volvemos al tema de siempre, ellos pueden y son unos campeones, nosotras somos unas guarras. Para explicar esto y que no parezca tan descabellado, se llega incluso a recurrir a los refranes “una llave que abre todas las puertas es una llave maestra (el pene del hombre), mientras que una puerta que se abre con cualquier llave no sirve para nada (nuestra vagina)”.
Pero no solo hay estereotipos infantiles o de sexo. También hay estereotipos físicos, los cuales dependen de la sociedad y la cultura de cada país.
-         En china y en países de Norteamérica, las personas buscan tener una piel blanca, ya que es sinónimo de belleza y de pertenencia a la clase “alta”
-         En Europa el bronceado es el sinónimo de belleza y por eso las mujeres buscan estar bronceadas durante todo el año.
Actualmente en Europa hay “personas”, gracias a dios son una minoría, que no aceptan la diversidad, ya que consideran que lo diferente no es aceptable. Podemos encontrar estereotipos en muchos ámbitos, pero quizás los que más problemas generan en cuanto a la convivencia ciudadana son:
  • Los estereotipos sexuales: las personas homosexuales, asexuales, panasexuales, transgénero…
  • Los estereotipos físicos: lo ideal es estar delgado, ser rubia de ojos azules, sin arrugas, siempre arregladas, siempre perfectas en el caso de las mujeres; fuertes, atractivos, rudos, valientes en el caso de los hombres, da igual que siempre vayan en vaqueros, que estén más o menos delgados,
  • Los estereotipos laborales: un alto cargo debe ser desempeñado por un hombre, la empresa debe estar dirigida por él, las mujeres deben dedicarse a labores que ayuden a los demás mientras los hombres se dedicarán a negocios bancarios y empresariales. Pero no solo eso, hoy en día también encontramos estereotipos en cuanto a los estudios, teniendo una categoría mayor los de ciencias que los de letras, siendo más importante un ingeniero que un maestro bilingüe.
  • Los estereotipos sociales: el físico y las apariencias importan, aunque es cierto que en la mayor parte del mundo su importancia va disminuyendo, a día de hoy podemos encontrar locales donde no te dejarán entrar por llevar una determinada ropa, un tipo concreto de calzado, o simplemente porque tu físico en general es inapropiado para ese lugar. Incluso en eventos públicos.
Como ya hemos dicho muchas veces, nuestra sociedad debería avanzar y deberíamos intentar salir del molde al que intentan que nos adaptemos. Debemos ser libres y felices, con ideas y gustos propios y sin tener un miedo a encajar o no.
Natalia Gallego y Sonia Dotor.

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